MUCHO CHORIZO PARA TAN POCO PAN



¡QUÉ ALGUIEN DÉ UN PASO AL FRENTE!

Uno de los eslóganes del movimiento  “¡Indignaos!” que desde no hace mucho  se viene esgrimiendo  en toda España y que mejor refleja lo que está sucediendo en nuestra piel de toro.

La corrupción, como cualquier horda invasora que se precie, se ha instalado en nuestro país de forma definitiva. Lo ha hecho para quedarse, no nos quepa la menor duda. En principio fueron simples “ocupas” sobre los que en su momento no se ejercieron las acciones legales que a cualquier ciudadano honrado se le hubiese aplicado: el desahucio moral, político y social: la “cárcel” y la devolución de lo que de forma tan descarada y desvergonzada se han llevado y se siguen llevando.
Lo que probablemente empezó como una simple anécdota, un escarceo propio de golfos de poca monta, ahora se ha elevado a la enésima potencia y se ha convertido en el deporte nacional sustituyendo a la tauromaquia en estas lides. Ya no es un simple caso aislado, hoy es algo “normal” en la clase política, empresarial y sindical, sin embargo entiendo que no es algo consustancial.

Aunque nunca es bueno generalizar tampoco lo es el minimizar. Me consta que tanto en el mundo empresarial como político y sindical hay personas que ejercen su actividad de forma intachable y con una honradez fuera de toda duda, lo que sucede es que a estos señores no  los dejan batirse  en la arena, salir a la palestra. Son los grandes gerifaltes de estos sectores los que trazan las directrices de actuación de forma que el que se mueve “no sale en la foto”, como apestado es repudiado. Total nada ha cambiado, todo sigue igual desde tiempos inmemoriales.

El ciudadano de a pie, cualquiera de nosotros,  piensa que no hay partido político, empezando por el PSOE (del que soy militante), que pueda ejercer la autoridad moral que se le presupone como para dar lecciones ¿de qué? Ninguno puede, ni mucho menos debe, vocear a los cuatro vientos su inocencia, a lo máximo que hoy pueden aspirar es a mostrar sus vergüenzas sin pudor, y a vendernos en las próximas elecciones sus desvergüenzas,  que es  lo que mejor saben hacer sin tapujos. Ya no nos valen promesas, no nos valen programas electorales ya prácticamente no nos vale casi nada, lo único que nos valdría es que esas personas honradas, valiente y buenas se deshagan de las cadenas que los atenazan y den un paso al frente. Eso es lo único que al ciudadano le haría recuperar la confianza.

Después del último episodio de las tarjetas negras: qué. Cuál es el próximo capítulo. Pues supongo que otra golfada más, porque aquí nunca paramos, este tipo de gente trabajan a destajo y... como nunca les pasa nada, se encomiendan al tiempo que: lo cura todo, cura hasta el jamón no digo más.

Pobre de país, pobre de nosotros ¡en manos de quienes estamos!

Paco Gil

“Cuando has eliminado lo imposible, lo que nos queda por improbable que parezca, tiene que ser la verdad”

Sherlock Holmes

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