CARTAS A MIS HIJOS (IX)



Cartas a mis hijos 
Por Expósito Sailor
expositosailor@megasur.net

Barbate a 29 de enero de 2015


Queridos hijos:

Siento mucho tener que deciros que, la estupidez y la avaricia son condiciones humanas que no tienen límites. Tú creías que el tonto de tu calle, era el más tonto de todos los tontos y resulta que dos calles más pa llá existe otro que le saca dos cuartas y así hasta que se nos queda pequeña la bolita del mundo. Pues lo mismo pasa con los ávaros, siempre hay alguien más ávaro que el que tú creías que era el primero de la lista.

La estupidez y la avaricia son hermanas y por lo general, siempre van cogiditas de la mano. Uno de los problemas psíquicos más graves que tienen los ávaros es su incontrolada ambición. Al igual que le sucede a los discapacitados intelectuales, que no dejan de comer hasta que no les quitan el plato. Saber o pensar que existe en su entorno alguien que tenga más dinero que él, le produce angustia y creo que hasta manías persecutorias. Suelen creerse perseguidos y envidiados por su capital y en reuniones intimas, en las que dejan suelto su ego sin el más mínimo pudor, suelen relacionar su fortuna con su inteligencia, y eso hijos míos, no tiene absolutamente nada que ver. Os lo juro. Y como estas criaturitas -por ser benevolentes con ellas- están convencidas de que su inteligencia es proporcional a su capital, el día que pierden su capital, o una gran parte y la libertad, es decir, que son llamados a un módulo de un centro penitenciario, se les queda una carita de tontos que no creo que se las quite nadie en toda su vida. Lo suave que se ponen todos delante del juez o jueza. “Yo no sabía...” “Yo creía que...” ¡Qué bochorno! ¡Con lo listo que se creían desde que se metieron en política y empezaron a actuar como caciques y a creerse que eran los dueños del cortijo! Yo creo, que lo peor es que ahora tengan que aguantar los comentarios impertinentes de sus esposas o compañeras reprochándoles frases como: “Te lo dije, no seas tonto Manué, no seas tonto”.

Pero posiblemente el caso de corrupción más vergonzoso de todos los que hemos conocido recientemente sea el protagonizado por familias enteras: padre, madre, hijos e hijas. A Francis Ford Coppola le falta filmar una última parte del “Padrino” con todos ellos. Cobrando, cobrando, por supuesto, que estas familias no hacen nada gratis. La avaricia rompe el saco, normalmente por descuidos, por jactancia y porque es muy difícil ser tonto veinticuatro horas al día.

La sociedad no puede conformarse intentando eliminar única y exclusivamente a los corruptos de las instituciones, sino que tiene que procurar eliminar la pobreza de sus habitantes y especialmente ser muy sensible con la desnutrición de los más débiles. Además, para eso se suponen que decidieron voluntariamente ponerse ahí, para procurar a todos sus vecinos una buena sanidad y una buena educación, que por cierto, es la única manera que existe de salir de cualquier tipo de crisis. Estoy seguro de que no faltan recursos, lo que faltan son hombres y políticas honradas.

En fin hijos míos, un beso muy fuerte para los dos.














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