Los venenos, a la orden del día




A lo largo de la historia de la humanidad, la lista de envenenamientos, en su gran mayoría fortuitos y en otros debido a la mano del hombre, es tan amplia que no cabría ni en la más voluminosa de las bibliotecas.

En este pequeño artículo se hará fundamentalmente referencia a unos pocos de casos de envenenamientos provocados por el hombre, aunque se pasará de soslayo por un par de casos que no le serán del todo ajenos al lector con toda seguridad.

Los motivos de envenenamiento por el hombre han sido de lo más variopinto y nunca justificables. Como siempre, esta “guerra química” que el hombre ha empleado para acabar selectívamente con sus semejantes tiene mucho que ver con la condición humana.

Así podríamos empezar por Sócrates (470-399 a.C.), uno de los más influyentes personajes de la Historia Universal. Fue condenado a beber una copa de cicuta (Conium maculatum), acusado falsamente de corromper a la juventud y despreciar a los dioses. Toda la planta contiene alcaloides, entre los que se destacan los alcaloides coniceína y la coniína, unas neurotoxinas que inhiben el funcionamiento del sistema nervioso.

La coniína es uno de los tóxicos más potentes de la cicuta.

De la misma manera murió Séneca en el año 65 d.C. por orden del inefable y presuntamente loco emperador Nerón, quien lo acusó de subversivo y peligroso para el Imperio (él era el Imperio lógicamente).  Séneca no sólo bebió cicuta sino que además se cortó las venas, en la bañera, para acortar su terrible agonía.

El emperador romano Claudio, gran amante de la buena mesa y en particular de las setas, murió envenenado mientras comía, el día 13 de octubre del año 54. En tan controvertida muerte tienen un papel preponderante Haloto (su catador), Jenofonte (su doctor) y la infame envenenadora Locusta. Claudio, pensando que comía setas Amanita cesarea, en realidad comía Amanita phalloides, cuyos efectos mortales pronto notó tan ilustre personaje.

De forma semejante murió Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico. Falleció en 1740 por ingerir también Amanita phalloides. Se cuenta que el ilustrado Voltaire pronunció la lapidaria frase “este plato de setas cambió el destino de Europa”. Y no sin razón, dado que su muerte sin descendencia, desencadenó la Guerra de Sucesión austriaca (1740-48).

La principales toxina de la Amanitas phalloides se denomina amanitina, que es absorbida rápidamente por el tracto intestinal. Actúa a nivel de síntesis de proteínas, y la falta de proteínas esenciales al cabo de unas horas resulta mortal para la célula.

La amanitina tiene esta espectacular estructura química.

El papa Alejando VI (El papa Borgia), a quien la literatura tanto le debe, y en cuya vida se mezcla la ficción y la realidad a partes iguales, parece ser que murió envenenado, por error, en 1503. La historia incide de forma machacona sobre el error porque, con toda probabilidad, la copa de vino que bebió iba destinada al cardenal Corneto. Con el vino iba mezclado un veneno muy utilizado tradicionalmente, la Cantarella, un poderoso tóxico que, algunos eruditos sostienen fue inventado por un hijo del Papa, Cesar Borgia. Según fuentes consultadas, la Cantarella, tiene múltiples variantes, pero la más común es aquella en la que se combina una dosis letal de arsénico, con vino y vísceras secas de cerdo.

El arsénico, al combinarse con ciertas enzimas, interfiere con el metabolismo celular, presentándose intensos síntomas de envenenamiento, entre los que se encuentran náuseas y el dolor abdominal, seguido de la paralización del sistema circulatorio.

Muy controvertida es también la muerte de Napoleón I Bonaparte, de quien se sospecha que su muerte no fue debida al cáncer de estómago que padecía, sino que fue envenenado con arsénico durante su destierro en la isla de Santa Elena. Su óbito, a los 51 años de edad se produjo el 5 de mayo de 1821. Una muerte rodeada del halo de incertidumbre que siempre acompaña a personajes de la talla histórica del personaje que nos ocupa.

Sobre la muerte de Napoleón se han escrito tantas cosas que
es difícil saber donde empieza la verdad y donde acaba la leyenda.

Hasta aquí unos breves relatos de envenenamientos realizados conscientemente por obra y voluntad del hombre. A partir de aquí, tres historias de como también la Naturaleza obra este tipo de actos sin que sepamos a ciencia cierta a qué mandato o mano obedece.

No podemos olvidarnos del alga  Oscillatoria rubescens, conocida como la Sangre de Borgoña, que con una antigüedad de más de 3000 años, sigue provocando los mismos efectos actualmente. Cuando muere, tiñe el agua de rojo. Esta alga altamente tóxica, pudo ser, según muchos estudiosos, la culpable de que el río Nilo se “tiñese de sangre” en la primera de las plagas bíblicas, causando la muerte a cientos de egipcios.

La Oscillatoria rubescens puede producir hepato- o neurotoxinas, además de otras que irritan la piel. La mayor parte de las toxinas son liberadas por las células al morir. El color rojizo que provocan se debe al pigmento rojo ficoeritrina.

La microcistina es una de las tóxinas producidas por Oscillatoria rubescens.

La última de las plagas, el castigo más duro,  provocó la muerte de todos los primogénitos de Egipto. La causa bien pudo ser un hongo que envenenó los suministros de grano. Como los primeros hijos varones tenían privilegios, quizás comían primero con lo cual se convirtieron en las primeras víctimas.

Por último, es de recibo recordar lo sucedido en 1692 en Salem (Massachusetts, EE.UU.). Un hecho del que todavía se hablan en las escuelas, una historia que supuso una trágica caza de brujas. Las mujeres acusadas de brujería en Salem presentaban síntomas parecidos: psicosis, alucinaciones, picores generalizados, espasmos, tics nerviosos... En realidad se trataba de los mismos síntomas provocados por el envenenamiento por cornezuelo (Claviceps purpurea).

Fuertemente venenoso por las sustancias tóxicas que contiene (ergotamina, ácidos ergotínico y esfacélico, etc.), las presencia de este hongo entre los granos molidos de centeno, y por tanto en el pan, puede producir importantes trastornos en la salud de quien lo ingiera.

La ergotamina es un compuesto que forma parte de la familia de
los alcaloides, presentes en el cornezuelo del centeno.



FUENTES


Esta entrada forma parte del especial de Radical Barbatilo "El lado oscuro de la Química" y participa en el LII Carnaval de la Química albergado en el blog El Celuloide de Avogadro.

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